Es conocido entre la gente del cine que las cámaras son caprichosas, hay cosas que les gustan y cosas que no.
Por ejemplo, a una cámara le gusta cuando la brisa mece las hojas de un árbol.
La primera escena de la película ‘A Bittersweet Life’ del coreano Kim Jee-Woon es un buen ejemplo.
“Lo que se mueve no son ni las hojas ni el viento, sino tu corazón y tu mente” dice el maestro.
Una introducción brillante a esta película de acción.
Una de esas cosas que le gusta a la cámara -y a los guionistas y a los directores y a todos los que trabajan en un set de cine- es el café.
Parece que hubiese una regla no escrita por la cual no se puede hacer una película si no hay café, cigarrillos, estaciones de tren, coches, sombreros, gafas de sol o teléfonos.
O cualquier combinación de esos mismos elementos. Por ejemplo, un sombrero fumando mientras un coche bebe café.
‘Coffee and Cigarrettes’ de Jim Jarmusch
Jim Jarmusch consigue reunirlos casi todos en su película ‘Coffee and Cigarrettes’.
Y nos deja frases tan memorables como: “Me gusta beber café antes de dormir porque así sueño más rápido” dicha por Steve Wright justo antes de que Roberto Benigni se ofrezca a ir al dentista en su lugar.
Dos o tres cosas que yo sé de ella
En ‘Coffee and Cigarrettes” el café y los cigarrillos son la excusa para reunir a un excelente elenco y crear situaciones hilarantes y surrealistas.
Pero en ‘Dos o tres cosas que yo sé de ella’ Jean Luc Goddard crea una escena en la que el café no es una excusa, sino el protagonista.
El café actúa como reflejo de un diálogo existencialista narrado por el mismo Goddard y en el que los primeros planos de los protagonistas se intercalan con primeros planos de un café visto desde arriba, como si de un océano de nucleosíntesis primordial se tratara.
“Decir que los límites del lenguaje, de mi lenguaje, son los del mundo, de mi mundo, y que al hablar limito el mundo, lo termino”.
Goddard parafrasea al filósofo Wittgenstein quien propone que nuestro mundo está limitado por nuestro lenguaje, que es nuestro pensamiento.
Hombres de negro
Nosotros no hemos terminado de pensar en el café y el cine todavía. Nuestro lenguaje (o más bien, el de los cineastas) aún no se ha acabado. Esperamos que tu café tampoco (si así fuera, pásate por nuestra tienda ;).
Del café como una nucleosíntesis primordial pasamos a otras galaxias en las que extrañas criaturas hacen café al ritmo de “wanka wanka”.
Estamos hablando de ‘Hombres de negro’, la original, con Tommy Lee Jones y Will Smith. El Agente K (Tommy Lee Jones) ofrece al recién reclutado Agente J (Will Smith) un café para demostrarle que “Un grupo de refugiados intergalácticos querían usar la Tierra como una zona apolítica… criaturas sin planeta”. El Agente J lo rechaza…
Y no hace mal, si vemos que quienes están preparando el café distan mucho de los baristas de café de especialidad a los que estamos acostumbrados. Eso sí, tienen más flow que muchos…
Tienes un e-mail
Y volvemos a la tierra, aunque a un tiempo anterior a la ubicuidad de las redes sociales en nuestras vidas, cuando tener un email podía ser la excusa (¡y el título!) de una historia de amor.
En ‘Tienes un e-mail’ Joe Fox (Tom Hanks) nos revela, al ritmo de The Cranberries, el verdadero propósito de las grandes cadenas de cafeterías. ¿Creías que era vender café?
“El propósito de lugares como Starbucks es que las personas sin ninguna habilidad para tomar decisiones tomen seis decisiones solo para comparar un café.
Pequeño, grande, light, solo, cafeinado, descafeinado, desnatado, semidesnatado…
Así la gente que no tiene ni idea de quiénes son o qué hacen, pueden, por tan solo 2,95$, no solo comprar una taza de café sino un sentido de ellos mismos totalmente definido: grande, descafeinado, capuchino”.
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Pulp Fiction
Nosotros sí sabemos qué queremos. O por lo menos sabemos qué café queremos.
Como también lo sabe Tarantino en ‘Pulp Ficition’
Cuando Jules (Samuel L. Jackson) muestra su sorpresa ante el café que les sirve Jimmie (Quentin Tarantino) a él y a Vincent (John Travolta) Jimmie responde: “No necesito que me digas lo jodidamente bueno que es mi café ¿vale? Yo soy el que lo compra. Sé lo bueno que es”.
Claro está, que Jules está intentado suavizar el hecho de que tiene un coche con un cadáver aparcado en el garaje de Jimmie.
El café y el cine llevan años manteniendo una apasionada relación (algo nada común en el mundo del espectáculo) que esperamos que dure mucho más.
Esto ha sido solo un breve repaso por algunas de nuestras escenas favoritas que esta pareja nos ha dejado.
Seguro que tú tienes las tuyas propias… porque en el cine, como con el café, hay muchos paladares.
Pero tú, como Tarantino, seguro ya sabes lo bueno que es tu café (¡y el nuestro!) y no necesitas que nadie te lo diga… porque eres tú quien lo compra.