Familia Rosales

Conoce este café en detalle

La Hacienda Montesol, en las montañas de Jinotega, Nicaragua, es gestionada por la familia Rosales desde 1998 con una visión clara: excelencia técnica, sostenibilidad y control total de la cadena de valor.

Cultivan la variedad Marsellesa a 1.200 m, con estrictos criterios de maduración y un proceso lavado impecable que realza el perfil dulce y afrutado de esta variedad.

El microclima, junto al lago Apanás, favorece una producción estable y de alta calidad.

Montesol está certificada por Rainforest Alliance y C.A.F.E. Practices desde 2002, y protege 37 hectáreas de bosque nativo.

Más del 65 % de los recolectores regresan cada año, formando parte esencial del equipo.

Gracias a este compromiso humano y técnico, han ganado tres premios en la Taza de la Excelencia, consolidándose como un referente del café de especialidad en Nicaragua.

Conoce al productor

Familia Rosales: Excelencia y sostenibilidad desde las montañas de Jinotega

En las verdes montañas de Jinotega, una de las regiones cafeteras más emblemáticas de Nicaragua, la Familia Rosales lleva más de dos décadas dedicándose al cultivo del café con una filosofía que combina técnica, sostenibilidad y profundo respeto por la tierra. Desde 1998, gestionan la Hacienda Montesol, un proyecto familiar que ha sabido crecer manteniendo siempre una visión clara: alcanzar la excelencia en cada etapa del proceso, desde la planta hasta la taza.

El secreto de Montesol comienza con su ubicación privilegiada. A 1.200 metros de altitud, las condiciones climáticas de Jinotega son ideales para el cultivo de café de alta calidad. La hacienda se encuentra cerca del lago Apanás, un entorno natural que aporta humedad y frescura, favoreciendo una maduración uniforme del fruto y una producción estable año tras año. Este microclima, junto a los suelos fértiles y el trabajo minucioso de la familia, da origen a cafés con perfiles muy definidos y complejos.

Entre las variedades que cultivan destaca la Marsellesa, un híbrido natural que combina resistencia, productividad y, sobre todo, un excelente perfil sensorial. En Montesol, esta variedad se trata con un cuidado extremo. Cada cereza se recolecta en el punto óptimo de maduración y se somete a un proceso lavado impecable, que permite resaltar toda la dulzura y el carácter afrutado del café. El resultado es una taza equilibrada y envolvente, con notas de frutos del bosque, almendra y chocolate, una acidez suave y un cuerpo cremoso que invita a seguir bebiendo.

La búsqueda de la calidad en Montesol va más allá de la técnica. La familia Rosales entiende que un café excepcional solo puede surgir de un entorno sostenible, tanto a nivel ambiental como humano. Por eso, desde 2002, la hacienda cuenta con las certificaciones Rainforest Alliance y C.A.F.E. Practices, dos sellos que garantizan buenas prácticas agrícolas, respeto por la biodiversidad y condiciones laborales justas. Parte de este compromiso se refleja en la protección de 37 hectáreas de bosque nativo, una decisión que no solo conserva el ecosistema local, sino que también mejora la calidad del café al mantener un equilibrio natural en la finca.

Pero si algo define a la Familia Rosales es su relación con las personas. Más del 65% de los recolectores regresan cada año a trabajar en Montesol, lo que demuestra el vínculo de confianza y respeto que se ha creado a lo largo del tiempo. Para la familia, ellos son mucho más que empleados: son parte del proyecto, del equipo que hace posible que cada cosecha mantenga los estándares de calidad por los que se les reconoce.

Esa constancia y ese compromiso —tanto humano como técnico— han llevado a la Hacienda Montesol a ser reconocida en diversas ocasiones. No en vano, la familia Rosales ha sido galardonada con tres premios en la Taza de la Excelencia, el certamen más prestigioso del café de especialidad. Un reconocimiento que consolida su posición como uno de los referentes de Nicaragua en el mundo del café de calidad.

Hoy, cada taza de café de la Familia Rosales cuenta una historia: la de una familia que apostó por la excelencia sin perder de vista el respeto por la naturaleza y las personas. Una historia que se saborea en cada sorbo, con el equilibrio perfecto entre técnica, tradición y pasión.