¿Un café largo, suave y lleno de sabor sin renunciar al aroma de un buen espresso? El café americano es la respuesta. Pero no es solo agua y café. Tiene una historia, una técnica y, sobre todo, muchas formas de disfrutarlo.
Origen e historia del café americano
Nacimiento en la Segunda Guerra Mundial
El café americano nace de una necesidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados estadounidenses en Europa pedían añadir agua caliente al típico espresso italiano para hacerlo más parecido al café al que estaban acostumbrados. Esa mezcla ligera pero con carácter se convirtió en su nuevo estándar y así vio nombre el café que pedían los americanos en Italia, ahora con renombre mundial.
Diferencias frente al espresso
La base es la misma: un espresso. Lo que cambia es el volumen de agua. El café americano no es un café filtrado ni un café aguado. Bien hecho, tiene cuerpo, suavidad y toda la esencia del grano. Solo que en una versión más ligera y más fácil de beber.
Preparación clásica de café americano paso a paso
- Prepara un espresso con tu café favorito.
- Calienta agua aparte, sin que llegue a hervir.
- Vierte el agua sobre el espresso, o según los más puristas: primero el agua y después espresso.
- La proporción más común es 1:2 o 1:3 (una parte de café por dos o tres de agua).
- Disfrútalo al momento.
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Variedades de café americano y adaptaciones modernas
Cold brew americano
¿Te gusta el cold brew pero quieres algo más suave? Añade agua al cold brew concentrado. Obtendrás una versión ligera, con menos cafeína por taza, pero igual de refrescante.
Americano helado
Ideal para días de calor. Prepara tu espresso, añade agua fría y sírvelo con hielo. Una bebida rápida, ligera y con todo el sabor.
Beneficios para la salud del café americano
El café americano tiene menos cafeína por trago que un espresso, pero mantiene sus beneficios: mejora la concentración, ayuda al metabolismo y contiene antioxidantes naturales. Además, como no lleva leche ni azúcar, es una opción muy ligera.
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